martes, 4 de diciembre de 2012

El alma más cercana


Comenzaste a leer lo que deseabas leer por haber leído El Hombre Ilustrado. (Gracias, otra vez, a la señorita Susana, unas de tus maestras de 5º, 6º, y 7º de primaria.) Tenías once años. La portada era verde. Un dibujito en el centro, que no recuerdas. Editorial Minotauro.
Sigue siendo una referencia.
Intentas que Bradbury cause el mismo efecto en tu hijo. No lo consigues. Aún. Él es de referencias propias. Ya se verá.
Vinieron otras lecturas. Algunas de ellas, se supone, más elevadas, deberían haber rezagado a Bradbury al baúl de los recuerdos de las lecturas iniciáticas. El mismo donde duermen Verne o Salgari, después de haber hecho su trabajo. Pero él sigue haciendo su trabajo.
Hace unos años en el Babelia salió una portada de Bradbury ya muy mayor. En su casa. En pantalones cortos y calcetines. Sentado en un sillón. Rodeado de libros. Una especie de decadente señorín con síndrome de Diógenes literario. Una foto preciosa, que cuelga enmarcada en la pared cercana a tu mesa de trabajo. (Mesa de trabajo y también de no trabajo.)
Hoy, 19 de junio de 2012, te acabas de enterar de que Ray Bradbury ha muerto el 5 de este mes. ¿Cómo es posible que hayan pasado tantos días sin conocer esta triste noticia?
Ha muerto el hombre que te ilustró.


Haces unos cuantos kilómetros para ir a cortarte el pelo con tu peluquero de siempre. Tienes uno al lado. Pero vas al de siempre.


Mañana invernal. Las nueve. Te acercas andando hacia el Palacio Real, rumbo a Plaza España. Comienzas a escuchar el sonido de una trompeta. Seguramente alguno de los músicos que tocan para los turistas –para sus dólares- en los alrededores de la Plaza de Oriente. Te acercas y la música se acerca. Es un chico negro. Muy abrigado. Lleva guantes de lana con las puntas de los dedos recortadas. Toca como los ángeles. El alma más cercana está a muchos metros de distancia. Seguramente un alma japonesa.
¿Le compensa al trompetista negro tocar desde tan temprano, con tanto frío, tan bien?


Todas las historias de amor, también lo son de fantasmas.


Lo comprasteis en Estocolmo. Uno de esos artilugios que permiten colgar fotos del techo. Hecho con alambres enganchados unos con otros. Recuerda a algunas esculturas móviles de Calder. Cuando entra brisa por la ventana, las fotos se agitan levemente. Giran sobre sí mismas. Mientras escribes, a veces levantas la vista y gira ella y tú y tu padre y tu hijo y la playa y aquella ciudad pequeña. Hoy no hay brisa.


Viéndolas venir. Sintiéndolas venir, más bien. En realidad, intuyendo desinteresadamente que están viniendo. Porque más allá de la atención que le prestas –que es ninguna-, sabes que afuera –cuando estás dentro- y dentro –cuando estás fuera- la vida sigue pasando. Sigue su curso. Minuto a minuto. Sin que tengas verdaderas ganas de hacer nada al respecto. Nada de nada. Y la vida no se ofende por ello. No se ofende en absoluto.


Penes judíos se manifiestan a favor de los recortes.





8 comentarios:

  1. A mí también me gusta volver a los sitios de siempre, o incluso quedarme de donde nunca me he movido.

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  2. “Escribir cartas…significa lo mismo que desnudarse uno mismo antes los fantasmas, algo que ellos esperan ávidamente. Los besos que se escriben no llegan a destino; son más bien, bebidos en el camino por los fantasmas”.

    Eso le escribió Kafka a Milena.

    Y yo lo copio aquí después de leer lo que escribes del tema.

    Tan flaquito Kafka y tan grande.

    Está en todas partes.

    Soplando palabras en las orejas.

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  3. Te has reencarnado en otro pero sigues siendo el mismo.

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  4. Lo descubrí - digo a Bradbury- en sus "Crónicas Marcianas" y a ti te descubrí en "Lenta". Tu entrada me envió a releer a Thomas Hardy, "Ser olvidado", un poema acerca de la segunda muerte, cuando ya eres olvidado para siempre. Tú sigues tan genial como entonces y yo tan pedante.

    Un abrazo.

    P.S. Dicen que este invento del robot no sirve absolutamente para nada. Me dejo la vista y confundo siempre estas letritas. En nombre de tus seguidores de cierta edad te pediría que investigaras si es cierto que se trata de una tomadura de pelo y, en ese caso, que nos privaras de este martirio.

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  5. Me gusta este cambio de registro, me gusta.
    Tus guiones, microrrelatos, incluso me atrevería a decir que reflexiones, me llegan como alma cercana o quizás como alma necesitada de no hacer nada, nada que tenga que hacer, porque ahora mismo no me apetece nada. He llegado hasta aquí, te he leído y comento porque a lo peor, esto es no hacer nada.

    Besicos

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  6. Veo que has desarmado al robot. Mis ojos y yo te lo agradecemos.

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  7. Uf Blanco, si antes me identificaba con tus escritos ahora ni te cuento...

    Quiero que escribas un libro, otro libro por favor

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