La mentira, por principio, se
parece mucho a la verdad.
Haces un esfuerzo para que su
mentira se acerque un poco más a su verdad. Hasta que parezcan dos gotas de
agua. Quieres creerle.
Has salido a la calle el día
equivocado. Después de tantos días, empujado por una necesidad que te mueve desde un sitio insondable, sales a la calle el día equivocado. A la hora
equivocada. Y coges el rumbo inapropiado. Hay dos esquinas, que no son pocas
posibilidades. Y enfilas hacia aquélla. Con lo sencillo que habría sido ir hacia
ésa. Uno toma decisiones erróneas hasta que toma la última.
Tal vez tenga que ver con el
poder de su sonrisa. El caso es que ella es la elegida. Y no parece que seas el
único que la prefiere. Sueles ver a otros y otras que se paran un momento a
hablar con ella. No es raro el día en que ves que alguien le deja una bolsa con
ropa, por ejemplo. Es diferente y no sabes qué la hace diferente. Una mendiga
seductora, en cierto modo.
Aquí al lado Leonardo Cohen canta
Show me the place. Deberías seguir escribiendo la novela que tienes entre
manos. Afuera llovizna, probablemente, porque las cortinas rojas sólo te
permiten intuir. Descargas un cuento de Simenon: El hombre en la calle.
Vila-Matas ha escrito algo acerca de él. Deberías leerlo. Se trata de un lunes
acabadamente otoñal éste del 26 de noviembre de 2012. Deberías dejar constancia
de ello. También deberías aprender a esperar.
Era tan generosa que cuando le
decías "Cambia esa cara", ella te preguntaba: ¿La de quién?
Tenía un sombrero negro, y un
abrigo largo que no iba a juego. Tenía un bigote rotundo. Tenía ya más de un
pasado. Tenía un sentimiento hacia sus dos hijos que lo hacían llorar de una
emoción que nunca había conseguido discernir. Tenía una facilidad
extraordinaria para hacerte sentir bien. Tenía recuerdos que le despertaban
ternura y otros que le despertaban sexo. Y no coincidían. Tenía un secreto largo,
que le contó a la enfermera media hora antes de morir. Ella lleva casi dos años
sin saber qué hacer con esa historia.
Gafas progresivas: primero un cristal… después, el otro…
más tarde el armazón…
Esa fecha tras las cortinas tras la lluvia.
ResponderEliminarUn recordatorio de que también yo debería.
El natalicio de un muerto de mi pasado también muerto.
Un muerto peleón.
No soportaría tener más de un pasado.
Por eso, imagino, me borré.
Vale, iré... ¿Pero qué hay que llevar?
ResponderEliminar;D
Felicidades, por cierto (quizás soy la última en felicitarte el año que dejas... Mañana haré lo propio con el año que empiezas).
Sigue con la novela.
ResponderEliminarHe puesto a Leonard Cohen.
Bien salvado el desnivel, supongo que has ido por la rampa.
Jeje... Como decía un virola, "Estamos condenados a ser libres".
ResponderEliminarMe alegra el corazón que hayas vuelto, BLANCO. Yo también estoy volviendo de la mano de Frank. ¿Será eso de La Fin del Mundo', será?
Te mando un abrazo enorme.
ResponderEliminarTodo es metira, nada es tan verdad como todo lo que quieres y todo lo que no puedes.
Vivimos entre mentiras, engaños, susurros de consuelos e hipocresía barata.
Todo es mentira, tu eres tu propia verdad.
Besos